Recuerdo mi cuerpo contraído en la cama, inicialmente por el frío, después más bien por esa sensación de desasosiego que la droga deja cuando se va. El mundo ya no es tuyo más. Propiedad.

Sam estaba cerca de mí, a mis espaldas, y solo gracias a él entré en calor. Helada. Muerta. Cogí su mano y la puse cerca de mí, agarré su brazo con mis dos manos, y lo atraje hacia mi pecho, con el cuerpo encogido, como antes de llorar. Su calor me reconfortó. Su piel… estaba vivo, me encontraba en la cama con un ser con vida. Pero yo estaba muerta.

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